lunes, 15 de septiembre de 2014

Goethe y la música (VIII): "Mar en calma y viaje feliz"


Escritos en 1795 y publicados en 1796 en el Almanaque de las Musas, revista literaria editada por Schiller, los poemas Meeresstille (Mar en calma) y Glückliche Fahrt (Viaje feliz) siempre han aparecido juntos en todas las ediciones de las obras de Goethe. Esto ha marcado su destino musical, pues las dos obras compuestas sobre ellos, los han tratado como si fuera un solo poema.

El tema usado por Goethe es el mar, nuevamente la naturaleza es la protagonista. Aquí el mar aparece en dos situaciones diferentes que generan diferentes emociones en el hombre. El primero Mar en calma, nos muestra cuán pavoroso puede llegar a ser un mar tranquilo, desde el punto de vista de un navegante. La calma absoluta es casi peor que una tormenta, el barco no se mueve, pasan los días, las provisiones son limitadas. Goethe lo describe Todestille fürchterlich! (Calma mortal ¡aterradora!). Los marineros miran con angustia las aguas, esperando que Eolo mande vientos propicios.



Meeresstille

Tiefe Stille herrscht im Wasser,
ohne Regung ruht das Meer,
und bekümmert sieht der Schiffer
glatte Fläche rings umher.

Keine Luft von keiner Seite!
Todesstille fürchterlich!
In der ungeheuern Weite
reget keine Welle sich.

Goethe, 1795


Mar en Calma

Profunda calma reina en las aguas,
Sosegado, sin movimiento está mar,
y angustiado mira el navegante
la lisa llanura que los rodea.

¡Sin brisa por ningún lado!
Calma mortal ¡aterradora!
En la monstruosa extensión
ninguna ola se agita.


Si disipa la niebla y empieza a soplar el viento. Esto que en el mar inquieta a los pasajeros, alegra a los navegantes. El viento hincha las velas y la proa del barco parte las olas, a lo lejos se divisa ya la tierra, según nos cuenta Goethe en este Viaje feliz.




Glückliche Fahrt

Die Nebel zerreißen,
der Himmel ist helle
und Aeolus löset
das ängstliche Band.

Es säuseln die Winde, 
es rührt sich der Schiffer.
Geschwinde! Geschwinde!
Es teilt sich die Welle, 
es naht sich die Ferne;
Schon seh' ich das Land!

Goethe, 1795

Viaje feliz

La niebla se disipa,
el cielo está claro,
y Eolo desata
su medrosa atadura.

El viento susurra,
Se mueve el navegante.
"¡Deprisa! ¡Deprisa!
Las olas se parten,
Se acerca la lejanía;
¡Ya veo la tierra!"


Como he comentado, dos son las obras musicales que se basan en estos dos cortos poemas de Goethe, bueno, realmente dos y media, porque un compositor sólo se interesó por el primer poema.

Ludwig van Beethoven fue el primero en interesarse en estos dos poemas. Sobre ellos compuso una cantata, Meeresstille und Glückliche Fahrt (Mar en calma y viaje feliz), op. 112, compuesta en 1815. La obra fue estrenada en un concierto benéfico el día de Navidad de 1815.

La obra no es de lo mejor de la producción del compositor de Bonn, tampoco es una obra especialmente conocida. Las dos partes se diferencian con un tempo lento para el mar en calma y vivo para el viaje feliz una vez comienza a soplar el viento, estructura totalmente lógica por la naturaleza de los dos poemas.

La obra comienza con un misterioso acompañamiento de las cuerdas sobre el que comienza a cantar el coro. Bella primera estrofa que nos describe adecuadamente la quietud de las aguas. Unos pizzicatos de las cuerdas introducen la segunda estrofa que no queda tan redonda, ya no es descriptiva como la primera, nos tenemos que apoyar en el texto. Beethoven destaca la palabra fürchterlich (aterrador), pero el efecto es poco convincente. Vuelve a repetir la primera estrofa, para que la quietud que expresa contraste mejor con el allegro con el que comenza el segundo poema y que nos acerca al mundo de la Fantasía coral op. 80.

Beethoven escribió a Goethe sobre la composición de la cantata sobre sus dos poemas, pero quedó sin respuesta, cosa habitual en Goethe. Este descortés tratamiento también lo sufrieron Schubert o Berlioz.

Los dos genios se habían conocido en Teplice en 1812. Goethe no apreciaba especialmente la música de Beethoven. Demasiado vehemente y grandiosa para unos oídos que habían vivido siempre en la época de Haydn y Mozart. Sin embargo, Beethoven estaba haciendo con la música lo mismo que Goethe había hecho con la literatura, hacer la difícil transición de la Ilustración al Romanticismo.

Por su parte Beethoven admiraba al poeta, pero desconfiaba del hombre. Para él Goethe estaba demasiado apegado a la aristrocracia. El famoso Incidente de Teplice, que no sabemos realmente si ocurrió así, aunque tiene una base real; muestra las diferencias de carácter entre los dos hombres. Paseando por el balneario Beethoven y Goethe se encontraron con la Emperatriz de Austria y su corte, Goethe se hizo a un lado y saludó cortesmente quitándose el sombrero, Beethoven pasó de largo. Cuando Goethe alcanzó al compositor Beethoven le espetó: ¡Lacayo! 

Lo cierto es que después del encuentro en Teplice, Beethoven y Goethe no volvieron a encontrarse.

"El incidente de Teplice" de Carl Rohling (1887)



Escuchemos ya Mar en calma y viaje feliz op. 112 de Ludwig van Beethoven con el Coro y Orquesta de la Radio de Berlín (Este), dirigidos por Helmut Koch en una grabación de 1970. 






La otra gran obra basada en los dos poemas de Goethe Mar en calma y Viaje feliz es la obertura de concierto Meerestille und glückliche Fahrt (Mar en calma y viaje feliz) op. 27 de Felix Mendelssohn-Bartholdy del año 1828. 

Un Mendelssohn de diecinueve años fue capaz de dar con la clave, allí donde Beethoven había conseguido sólo una bella obra, la pieza de concierto de Mendelssohn es mucho más convincente. El éxito de la obra del compositor hamburgués fue prescindir del texto y dejar a la orquesta todo el peso de la descripción musical. 


Mendelssohn en 1830 por James Warren Childe 


Mendelssohn comienza de una forma parecida a Beethoven, las cuerdas muestran la calma de las aguas. Sigue un adagio, en el que apenas se atisba la angustia del navegante ante la prolongada calma, pero si se aprecia la inmensidad del mar. Las maderas indican que el viento empieza a soplar, para desembocar en un feliz allegro. De tanto en tanto se oye el ulular del viento entre las velas, de lo contario no habría viaje. La navegación sigue combinando dos temas alegres, hasta que unos golpes de timbal nos van a conducir a la coda. Ya se ve la tierra, se arrían las velas. Los metales describen la mejestuosa entrada de la nave en el puerto.

Mendelssohn estrenó públicamente la obra en la Sing-Akademie de Berlin el 1 de diciembre de 1832. 

Poco después de componer esta obra, Mendelssohn partirá de viaje a tierras escocesas, visitará las Hébridas y la Gruta de Fingal y nos lo contará todo en otra soberbia y mucho más inquietante obertura marina, pero eso es otra historia.

Gabriel Chmura y la Orquesta Sinfónica de Londres nos ofrecen Mar en calma y viaje feliz, op. 27 de Felix Mendelssohn-Bartholdy.





No se acaban con estas dos obras las versiones musicales de Mar en calma y Viaje feliz de Goethe. Hay otras, pero para cerrar esta entrada sólo escuchar la adaptación musical que hizo del primero de los poemas Franz Schubert, el bardo de Goethe, aunque el poeta no hicieera ningún caso al joven compositor vienés.

Escuchamos Meeresstille D. 216 en la increible voz de un Hans Hotter de cuarenta años con el acompañamiento del impagable Gerald Moore.













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